Nombre: Jose Luís Agüero Hurtado
Programa:
Doctorado en Ciencias Humanas, mención Discurso y Cultura. Facultad de Filosofía y Humanidades.
Profesora patrocinante:
Dr. Vicente Serrano Marín
Titulo tesis:
"El Sujeto Político Posmoderno: Los Movimientos Sociales tras la sociedad de la información"
Correo: jossel88@gmail.com
Mi investigación doctoral tiene por finalidad contribuir al entendimiento de los nuevos acomodos políticos en torno al Sujeto Político de la representación luego del colapso de las discursividades modernas de la política como consecuencia de las transformaciones sociales, culturales y políticas que tuvieron lugar entre 1989- 1991 en Occidente. En particular, pretendo analizar las transformaciones discursivas surgidas en los conceptos modernos de Ciudadanía, Pueblo y Soberanía intentando generar nuevas aproximaciones al respecto. Las estructuras políticas de carácter universal (ONU, OEA, OTAN, entre otras.), las organizaciones transnacionales y la comunicación digital, en éste orden, consiguieron demoler los cimientos de la modernidad política. De este modo, confieso que creo que asistimos a la emergencia de transformaciones que ya parecen desbordar los conceptos clásicos de la Teoría Política en torno a la representación, la legalidad y legitimidad política considerando la reinante permeabilidad de las fronteras territoriales. Nos referimos a una reconversión política por la vía de los medios digitales clave para entender el final de una forma de hacer política. Una reconstrucción de las prácticas políticas.
En ese sentido, deseo estudiar los efectos y la expresión de los cambios políticos surgidos a partir de la implementación de las TIC en la praxis política contemporánea, fundamentalmente, el impacto socio-político de las redes sociales en la formación de nuevos canales de participación política. En tiempos de intensa complejidad como los vividos durante profundos procesos de interconexión mundial, de globalización y de interculturalidad, los focos de atención se centraron hacia “lo nuevo”, es decir, hacia el surgimiento de una posmodernidad o bien una ultramodernidad bastante distanciada de los relatos y paradigmas tradicionales, hacia el papel cada vez más cambiante del poder, específicamente, el poder de los estados-nacionales, hacia el intento de establecer contextualmente los vínculos entre lo global y lo local, la comunicación universal y sus influencias puntuales en la esfera de las sociedades. Desde incipientes transformaciones (creación de páginas web y correos institucionales), hasta grandes mutaciones en el andamiaje político (democracias 2.0, e-gobiernos, etc.) evidencian sólo una cosa, la creciente influencia de los medios digitales en la organización del poder y, a su vez, en la vida social cotidiana.
Para abordar dicha inquietud, opté por indagar sobre los nuevos desafíos que presenta la política y, de forma exclusiva, lo político, estableciendo relaciones entre las nuevas tecnologías y las viejas y nuevas categorías políticas haciendo, además, particular mención sobre las condiciones de un sujeto que, des-identificado y excluido del pacto social que dio vida al Estado, en el plano público hace uso de la nueva tecnología para enfrentar su distanciamiento de la política pautada en términos tradicionales. Me refiero a una condición de exilio auto-inducido, es decir, de sujetos cada vez más inmersos en el mundo digital y que configuran un estar-juntos como sociedad, totalmente distinto al orden de lo estatal. Así, los sujetos interconectados a los mecanismos propios de la globalización, retan el orden del poder en todos sus frentes reclamando nuevas estructuras de representatividad, de participación, nuevos espacios democráticos desde donde se puedan asumir las diferencias políticas y culturales.
Para abordar dicho desafío, decidí trabajar con los discursos políticos detrás de los movimientos sociales. Las protestas y las movilizaciones contemporáneas, recordemos que se organizan por redes sociales (Facebook, Twitter, Instagram, entre otros). Y es en ese punto, que la comprensión de aquellos sujetos que interactúan durante las protestas, puede dar atisbos de las posibles transformaciones originadas. Hablamos de movimientos sociales que impactan, perturban e influyen en otras latitudes tras el uso de redes sociales dinámicas, desplazando probablemente los viejos espacios de la política. Menciono resistencias que no se logran explicar usando únicamente la Teoría de las Masas, la clásica matriz sobre el estudio de los movimientos sociales o la Teoría psicológica sobre el comportamiento colectivo.
En tanto, para mi investigación, procuro comprender al sujeto político de los movimientos sociales actuales partiendo del estudio de caso de los discursos alrededor de un fenómeno que irrumpió, que influenció en otros espacios geográficos. Nos referimos al movimiento de los indignados en España, aquel que logró canalizar el descontento social e impactar, para bien o para mal, la política Nacional e Internacional. Es un hecho que, igualmente, se encuentra signado por lo tecnológico digital y el desarrollo de la economía en las distintas dimensiones políticas pero, asimismo, de un suceso que incentivó la formación de nuevos partidos, como Podemos y Partido X en Madrid. Recordemos que dentro del aura de lo digital, se produce un cambio transcendental. Los espectadores pasan a transformarse en actores de los movimientos sociales estableciendo lógicas de retroalimentación comunicativa. Intento advertir asimismo la complejidad de los nuevos fenómenos, que van mucho más allá del tamiz de los discursos políticos tradicionales, y debe pasar, por tanto, por el acercamiento al sujeto de los nuevos movimientos sociales, aquellos ligados a lazos intersubjetivos virtuales.
En ese sentido, deseo estudiar los efectos y la expresión de los cambios políticos surgidos a partir de la implementación de las TIC en la praxis política contemporánea, fundamentalmente, el impacto socio-político de las redes sociales en la formación de nuevos canales de participación política. En tiempos de intensa complejidad como los vividos durante profundos procesos de interconexión mundial, de globalización y de interculturalidad, los focos de atención se centraron hacia “lo nuevo”, es decir, hacia el surgimiento de una posmodernidad o bien una ultramodernidad bastante distanciada de los relatos y paradigmas tradicionales, hacia el papel cada vez más cambiante del poder, específicamente, el poder de los estados-nacionales, hacia el intento de establecer contextualmente los vínculos entre lo global y lo local, la comunicación universal y sus influencias puntuales en la esfera de las sociedades. Desde incipientes transformaciones (creación de páginas web y correos institucionales), hasta grandes mutaciones en el andamiaje político (democracias 2.0, e-gobiernos, etc.) evidencian sólo una cosa, la creciente influencia de los medios digitales en la organización del poder y, a su vez, en la vida social cotidiana.
Para abordar dicha inquietud, opté por indagar sobre los nuevos desafíos que presenta la política y, de forma exclusiva, lo político, estableciendo relaciones entre las nuevas tecnologías y las viejas y nuevas categorías políticas haciendo, además, particular mención sobre las condiciones de un sujeto que, des-identificado y excluido del pacto social que dio vida al Estado, en el plano público hace uso de la nueva tecnología para enfrentar su distanciamiento de la política pautada en términos tradicionales. Me refiero a una condición de exilio auto-inducido, es decir, de sujetos cada vez más inmersos en el mundo digital y que configuran un estar-juntos como sociedad, totalmente distinto al orden de lo estatal. Así, los sujetos interconectados a los mecanismos propios de la globalización, retan el orden del poder en todos sus frentes reclamando nuevas estructuras de representatividad, de participación, nuevos espacios democráticos desde donde se puedan asumir las diferencias políticas y culturales.
Para abordar dicho desafío, decidí trabajar con los discursos políticos detrás de los movimientos sociales. Las protestas y las movilizaciones contemporáneas, recordemos que se organizan por redes sociales (Facebook, Twitter, Instagram, entre otros). Y es en ese punto, que la comprensión de aquellos sujetos que interactúan durante las protestas, puede dar atisbos de las posibles transformaciones originadas. Hablamos de movimientos sociales que impactan, perturban e influyen en otras latitudes tras el uso de redes sociales dinámicas, desplazando probablemente los viejos espacios de la política. Menciono resistencias que no se logran explicar usando únicamente la Teoría de las Masas, la clásica matriz sobre el estudio de los movimientos sociales o la Teoría psicológica sobre el comportamiento colectivo.
En tanto, para mi investigación, procuro comprender al sujeto político de los movimientos sociales actuales partiendo del estudio de caso de los discursos alrededor de un fenómeno que irrumpió, que influenció en otros espacios geográficos. Nos referimos al movimiento de los indignados en España, aquel que logró canalizar el descontento social e impactar, para bien o para mal, la política Nacional e Internacional. Es un hecho que, igualmente, se encuentra signado por lo tecnológico digital y el desarrollo de la economía en las distintas dimensiones políticas pero, asimismo, de un suceso que incentivó la formación de nuevos partidos, como Podemos y Partido X en Madrid. Recordemos que dentro del aura de lo digital, se produce un cambio transcendental. Los espectadores pasan a transformarse en actores de los movimientos sociales estableciendo lógicas de retroalimentación comunicativa. Intento advertir asimismo la complejidad de los nuevos fenómenos, que van mucho más allá del tamiz de los discursos políticos tradicionales, y debe pasar, por tanto, por el acercamiento al sujeto de los nuevos movimientos sociales, aquellos ligados a lazos intersubjetivos virtuales.
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